miércoles, 7 de marzo de 2012

Metáforas que esconden verdades. Las dos piedras.


Tengo en cada mano una joya, no se cual tirar. Una es un zafiro.
El zafiro es, simplemente, infinito…puro como la mañana y fresco como un rocío otoñal. Brilla con luz propia, es de un azul profundo;  refleja elegancia, dulzura,  belleza eterna. A pesar de ser una piedra joven, tiene el alma de una estrella infinita. Es simplemente preciosa, y mi mayor error al contemplarla es pensar que me parezco a esa preciosidad en algo. Mírala, tan hermosa, tan segura y tan bella, justo como me gustaría ser a mí. Esta sería sin duda mi elección, pero hay algo que no encaja: ¿Y si el zafiro no me elige como su portador? Es infinito y eterno, y nunca me estimaría más que como a un mero observador… ¿Merece la pena intentar conservarla aun sabiendo que me rechazaría? Cómo admiro el azul profundo de la piedra, su perfección, su eterno baile de luces a ritmo de Vals…
La otra joya es un rubí…
Mi rubí, mi querida llama candente… A diferencia del elegante y puro zafiro, el rubí tiene un encanto muchísimo más peligroso. El rubí, desvergonzado, pícaro y sensual, mágico y destellante. Encarnando a una diosa, a la mismísima Saraghinna, quien soltaba lentamente puñados de arena a su amado en la espalda mientras le susurra sus pecados y deseos inconfesables al oído. Traviesa, llena de gracia, delicada y maravillosa. Su eterna picardía, su juego interminable, los destellos que producían las luces de las velas en los cristales del rubí… El rubí tiene un secreto, uno que ni siquiera Dorian Gray le hubiera confesado a Lord Henry en el estudio del pintor. Esa joya sí que quería que yo fuera su portador. Era su pequeña ambición, una que se avergonzaba incluso de imaginar. Ah, si el rubí supiera lo mucho que me gusta su infinito juego de intrigas y su dulce danza… Si de verdad lo imaginara, no tendría miedo de soñar.
He aquí la clave: ¿Dejar al rubí que me quiere como portador, para elegir a un zafiro que quizás no me acepte?
Tengo en cada mano una joya, no sé cual tirar, y no creo que llegue a saberlo nunca. Sólo el tiempo puede decidir qué mano se aflojará. Una desde luego se aflojará, y arrojará una de las dos joyas al suelo, haciendo tintinear por siempre jamás el sonido de la piedra preciosa rompiéndose en mil pedazos…Pero cuál…?

1 comentario:

  1. Veamos, empezemos hablando con seriedad, que prefieres ¿el relax que te ofrece el zafiro o la adrenalina que promete el rubí? Y ¿has probado alguno de los dos? si es así solo tu puedes decidir, te diría que probases con el rubí por que tienes a que sujetarte pero recuerdame que te diga cual es mi experiencia ante esto ademas de que no puedo alcanzar a comprender realmente tu dilema, cosa que tu imagino sabes bien. Paremos un poco y pensemos un poco con picante que si el rubí quiere juego... dale juego, queda mucho por delante, creo que deberías ver que te conviene piensa si realmente son lo que crees analiza todas las facetas y planos, y no te olvides de ponerlo a contraluz, observa las a las dos gemas y decide.

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