Entonces, recuerda a otra persona. Alguien extraño, curioso, tremendamente lleno de belleza. Una luz en el mar. Él no quiere despedirse de su antiguo faro, lo desea demasiado, pero asume que nunca llegará a él. Sin embargo, ese alguien extraño, la nueva luz, le llama y lo atrae con demasiada fuerza.
Entonces, mira las dos luces, la que desea y nunca alcanzará, y la otra, bella y deseable. Se hunde, porque no quiere ir hacia la luz nueva. Porque sabe que si decide ir a por ella, quizás ésta se apague y huya de él.
¿Por qué no ir hacia la nueva luz? Brilla con fuerza, esperanzadora, quizás esa luz le salve.
Porque tiene miedo de que si intentara ir a por la luz, se desvanezca igual que hizo su antiguo faro. Dicen los antiguos que cuando alguien te hiere de verdad, empiezas a temer a los que se parecen a él.
Pero he aquí, la pregunta que mas le asusta. La que le quita el sueño:
¿Hundirme por si esa luz me traiciona como hizo la otra, o asumir mi erranza y navegar solo?
Prisionero de las dudas, llora. Su barca se llena de lágrimas, la barca boza, y se hunde. Él no hace nada, preso de la desazón, sino hundirse en el agua. Baja, cada vez más profundo, y allí abajo, suelta su última bocanada de aire.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Espero que os guste este texto, cada palabra me ha costado una gota de sangre.
nunca navegues solo, esta luz no tiene por que traicionarte, y recuerda que algunas luces son muy caprichosas se encienden y se apagan según ellas quieran, no temas a la traición, vive tranquilo vive según tu quieras que el miedo no agarrote tu garganta e impida decir lo que quieras o que el temor te detenga y te niegue lo que quieres hacer
ResponderEliminar