Uno a uno, me voy abotonando la camisa negra, ésa que sólo
me pongo en las ocasiones más especiales: Cuando voy a hacer música.
Me gusta definir la Música como la única cosa que existe en
el mundo que es capaz de hacer que mis pelos se ericen, mis lágrimas surjan y
mis sentimientos se encuentren.
Es un ritual lleno de magia y sensaciones, no todos alcanzan
a comprender el sentimiento que lo embarga todo cuando las cuerdas vibran y los
metales dorados y plateados llenan todo de sonidos y de ritmos celestiales. En
diferentes lugares, diferentes casas, diferentes rincones del mundo, todos los
miembros de aquel ejército de inmortales se abotonan las camisas negras y
sonríen al espejo, ansiosos de subir al escenario.
Son muchísimos, pero
ninguno es igual al anterior. Mientras una chica se muerde las uñas presa de
los nervios, otro chico se ajusta su pulsera de la suerte con toda la
tranquilidad. Uno a uno, cogen sus armas, sus instrumentos, aquella parte de su
alma hecha de metales dorados, cuerdas cristalinas y llaves intrincadas. Todos
se preparan para el gran momento, una vez más.
Es maravilloso pensar
cómo, aunque no existen dos músicos iguales, a todos los une esa pasión
compartida, ese anhelo por el sonido perfecto de las armonías y esa
satisfacción de ver el duro trabajo dar su fruto. A todos los une una misma
causa, el corazón de todos ellos está forjado de la misma materia diamantina a
la que llamamos Música.
Al fin, uno a uno, todos los componentes del ejército suben
al escenario. Todos aquellos silenciosos soldados ataviados de negro, con su
general al frente dirigiendo la magnífica obra. Toda la estancia se estremece,
cada uno de los miembros del público contiene el aliento, temerosos de romper
tan hechizante escena. A una misma señal, todos levantan sus armas, haciendo
que los focos arrancasen destellos dorados, plateados y negros a los
instrumentos. La obra comienza. La magia se libera, en forma de vibraciones que
inundan los oídos y los corazones como bombas de colores vivos y sentimientos
enterrados. Comienza el viaje en el mágico barco.
Oh Dios mío, los vellos como en el anuncio de Chocolates Valor. Increíble.
ResponderEliminarleerlo me ha dejado una sensación increible. Eres genial describiendo, en serio :)
ResponderEliminarMaca
Muchos momentos de mi vida cobran sentido cuando leo tus letras. :)
ResponderEliminarMuchísimas gracias a tod@s los que me estais apoyando en mi proyecto de escritor :) Sois lo mejor, gracias <3
ResponderEliminarHola! Soy Clara, me he estado cruzando contigo en repen todo este año... No sabía que escribias, me ha encantao esto, en serio :)) Enorme!
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