domingo, 21 de octubre de 2012

Los últimos suspiros + UN AÑO DE BLOG!


No he podido descansar tranquilo hasta que he vuelto a entrar en éste, mi viejo rincón, mi roído baúl de los pensamientos. Echaba de menos sentir las palabras fluir con la música en un texto corto, de esos sin más objetivo que el de desahogarme y dejar escrito un pedazo de mi. Como no dejo de excusar, estoy enfrascado en mi novela, en la novela del Príncipe como protagonista. Es para mí un sueño hecho realidad escribir esa novela, aún así se echa en falta escribir textos cortos de esos llenos de palabras y pensamientos subjetivos. Pienso volver y hacer de ésto una rutina como hacía antaño. No habrá novela sin blog, lo necesito para alimentar mi alma. Dicho esto, os dejo con un texto que recomiendo escuchar con la BSO de El Padrino.

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Sonríe, suelta una carcajada que hace que su aliento se torne en vaho, le roba otra calada a su puro. Aquella noche estaba cómodamente sentado en el banco de un parque, sólo, fumando y observando el reflejo de las estrellas en el agua de un calmo lago. Nadie caminaba por las calles de la ciudad, nadie se paraba a observar, nadie esperaba a nadie y nadie se reía de las bromas de nadie, sólo silencio.
 Resopló, mezclando el humo del tabaco con el vaho de su aliento. Comenzó a tararear en voz baja un viejo vals francés, recordando el hermoso cantar del acordeón y la guitarra clásica que, como enamorados, realizaban aquel hermoso dueto.
 Se sentaba a un lado del banco, recogido en su gabardina, casi parecía que esperara a alguien. Alguien que no había venido en aquellos largos años. Chupó del puro, haciendo que el extremo encendido iluminara brevemente su rostro bajo el gorro. Extendió una sonrisa ilusionada cuando avistó a la única persona del mundo que le importaba y que venía envuelta en una gabardina parda y una bufanda, las manos en los bolsillos. Aquel joven era como su hijo, de vínculo que no de sangre. Se sentó junto a él en aquel solitario banco del parque, y observó como él aquel lago.

- Hace mucho frío, deberías volver a casa. -le dijo aquel joven.
- Aquí se está mejor que en casa. -respondió el hombre del puro.
- Quizá podríamos charlar, visto que no piensa escuchar mi consejo.

El anciano con el puro rió solamente, soltó el humo del tabaco y miró al joven a los ojos.

- Llevo todo el día charlando y hablando. Ahora, lo único que me apetece es pensar en silencio y mirar cómo pasa la vida. Si te apetece, podrías mirarla conmigo.

El joven lanzó una sonrisa que se perdió en la noche, suspiró resignado y se puso a observar los solitarios árboles del parque. Se limitó a mirar la vida, algo que se le escapaba a su joven espíritu. Pero no al viejo corazón del anciano, que sonrió por tener por primera vez alguien que le hiciera compañía.

3 comentarios:

  1. Se te echaban de menos tus textos... Congratulations ! :D

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  2. Respuestas
    1. En efecto, vuelvo al blog :) Espero que te guste igual que siempre <3

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