sábado, 24 de marzo de 2012

La Torre tiembla.

Qué hermoso parece todo bajo el sol y las estrellas. Todos los buenos momentos surgen desde el fondo de la memoria, acariciando cada centímetro de mi sonrisa satisfecha, refrescando todos esos recuerdos de amor y pasiones que tanta alegría despiertan en mí. Está bien tomarse unos momentos para evocar esas antiguas sensaciones, para afianzar nuestra torre y para construir nuestras esperanzas en lo que vendrá.

Por el contrario, qué melancólico y delicioso parece todo bajo la lluvia. En la ventana repiquetean las gotas, apenas hay luz debido a las nubes y todo parece inundado de agua y música lenta de guitarra. Sentirse triste es igual de bueno que estar alegre, aunque trae mucho mas dolor. La melancolía es como una vacuna: Al principio duele, pero nos damos cuenta de que es absolutamente necesario.

Cuando juntamos ambos sentimientos, los buenos y los malos, es cuando se forma algo duro e indestructible. Es cuando nos formamos a nosotros mismos. Cuando nuestra torre, nuestro santuario, lo que hemos estado formando y cuidando durante tanto tiempo con esmero y dedicación empieza a temblar... todo a nuestro alrededor tiembla. El corazón es de cristal: Se necesita mucho cuidado y delicadeza para mantenerlo transparente y claro, pero cualquier leve movimiento en falso puede romperlo en mil esquirlas que son muy difíciles de volver a unir. La Torre puede volverse alta y poderosa, pero cualquier columna mal puesta puede hacerla temblar.

lunes, 19 de marzo de 2012

Santuario y Soledad.

 ANTES DE LEER!!! ---> Poned en el reproductor la cancion que se llama My Santuary(L)
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Es de noche. Noche fría, cristalina, clara y pura. Noche solitaria en el santuario.
A través de las puertas de piedra y de las losas de mármol, todo es silencio y muerte, frío y soledad. Pero a pesar de ello, el santuario no está muerto, ni mucho menos. El santuario es tan vivo como cualquiera de nosotros, tiene corazón propio y recuerdos de otros lugares lejanos. Desde las paredes, corazones evaporados por el paso implacable del Tiempo confiesan sin miedo ni rubor sus más oscuros secretos. Nadie vivo es capaz de entender el susurro silbante que emiten las columnatas de plata, sin embargo, muy dentro en el alma, todos somos capaces de oírlo. No de entenderlo, pero sí de distinguirlo, como una nana sin significado, como una canción sacra y etérea que nada significa pero que todo lo dice.

Muy bajito, casi de forma invisible, el santuario nos canta al oído, y reza por todos y cada uno de nosotros a las estrellas y a las nebulosas iridiscentes del lejano y oscuro abismo al que llamamos realidad. El santuario es todo y nada al mismo tiempo, es aire y es brisa, el santuario llega al alma en forma de canción. El santuario es un vals de acordeón, es una triste melodía de piano, es una dulce cantata de violín y un sinfín de acordes olvidados y desconocidos para nosotros, estúpidos mortales, que intentando conocer el significado del todo nos acabamos sumergiendo en la nada.

Al fondo del santuario, en una esquinita fría y oscura, un niño enciende velas. Luego las apaga. El niño, sabedor de la voz del santuario, le preguntó a las paredes y a los capiteles: "¿Por qué, noche tras noche, siento que tengo la obligación de encender las velas para luego apagarlas?" El santuario le contestó, sin voz: "Esas velas son las vidas que llegan a este mundo, las enciendes porque un nuevo corazón llega a esta tierra. Las apagas al morir los corazones. Apenas enciendes una apagas otra, ¿por qué? Porque quiero que veas lo frágiles que son los corazones puros, y lo delicada que puede ser una vida."
"¿Y cuando se acabe la mecha de las velas?" preguntó el niño, asustado. "Esa pregunta deberás responderla tu solo." 
Nunca volvió a oírse la voz de aquel templo infinito, por lo menos no para el niño.
 Aprendan y escuchen cada frase, pues todos tenemos un Santuario propio, donde nos escondemos de todo y de todos. Buscad el Santuario. Buscad la Felicidad.

Esto os lo escribe vuestro amigo. El Príncipe Alquimista. 





domingo, 18 de marzo de 2012

El desarmado contra el batallón.

Entonces, el cielo se llenó de naves espaciales, de muchísimas razas, de muchísimos rincones del universo. Todos unidos por un sólo objetivo, una sola reliquia, un único propósito; no algo, sino alguien.
El sonido era atronador, no había luna ni estrellas en aquella noche olvidada, luces de muchísimos focos iluminaban todos a la misma persona. Miles de naves, llenas del armamento suficiente para hacer explotar el planeta entero estaban apuntando todas al mismos objetivo; y la persona, aparentemente indefensa, a la que estaban apuntando, no hacía más que sonreír confiado a pesar de estar completamente . Entonces, la figura, solitaria sonriente y desarmada, alzó la voz, y pareció que el planeta entero se callaba para escucharle:

           "Me río de vosotros... ¿Quién va a matarme? Vamos, miradme: ¡No tengo plan, no tengo plan B, no tengo vuestras malditas armas! ¡Oh, y algo mas! NO TENGO NADA QUE PERDER, porque estoy COMPLETAMENTE SOLO, y sin NADIE que me espere para cenar o para felicitarme por mis hazañas. Así que, si vais a quedaros sentados en vuestras tontas naves espaciales con todas vuestras PEQUEÑAS Y RIDÍCULAS PISTOLITAS, ¿de verdad tenéis el valor de venir a por mí? ESTA NOCHE, sólo recordad cada oscuro día que os detuve, y ENTONCES, haced algo útil para atraparme... por orden, por favor. Dejad a alguien empezar primero."


sábado, 10 de marzo de 2012

¿Alguna vez has querido tanto a alguien que darías un brazo por esa persona?

Entonces, todo se rompe. Cae una bola de cristal al suelo, y todo se sume en el más oscuro silencio, y lo unico que se oye es el cristal haciendose añicos y esparciendo miles de esquirlas por el frío suelo. Todo eso es lo que siente por dentro, afuera no hay nada que pueda desviar su atención, ahora su respiración se ha parado en seco y la sangre le palpita en la sien.

Es muy sencillo lo que está ocurriendo. Lo que le ocurre es lo que nos ocurre a todos cuando vemos que las personas que son todo para nosotros están sufriendo. Nuestro apoyo, nuestro hombro en el que llorar, nuestra evasión del mundo real; ¿Que hacer cuando lo que creemos que es nuestro apoyo se derrumba? ¿Qué nos queda cuando los pilares de nuestro edificio se caen y descubrimos que sin columnas el edificio está destinado a la destrucción?

Pero entonces ocurre algo muy, pero que muy peligroso. Porque en ese momento de confusión, caos y desorden surge una sola idea: Cuando ves que tus seres queridos se han vuelto frágiles puedes llegar a llorar, pero cuando es POR CULPA DE ALGUIEN, no te importa quién sea, serías capaz de hacer cualquier cosa contra ella, de destruir a esa persona y a todo lo que se ponga enmedio, olvidas cualquier fundamento, cualquier principio o cualquier línea de pensamiento porque en ESE MOMENTO lo único que importa realmente es que te han hecho algo peor que herirte a tí: Herir a alguien que te importa. Entonces juras por encima de la mismísima vida que cualquiera que ose tocar a cualquiera que te importe tendrá que pasar antes por encima de tí, y NO IMPORTA si tienes que mover montañas o si tienes que tirar a un gigante a gritos. Primero viene la confusión del principio, que luego pasa a ser ira incontrolada, pero que luego acaba en algo muy curioso e insospechado: La batalla contra uno mismo.

Entonces, el agua toca la lava, sale humo candente... y se forma la piedra más sólida jamás creada. Si nos dejamos consumir por el calor de la ira o por la fría rendición no somos nada. Pero si juntamos ambas podemos formar una reacción genial y brillante, un cristal de obsidiana absolutamente indestructible. Te concentras en ese momento de serenidad, en el que aceptas la muerte antes de verte rendido a los pies de nadie.

Cuando las personas se unen y están cabreadas, las cosas pueden cambiar.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Metáforas que esconden verdades. Las dos piedras.


Tengo en cada mano una joya, no se cual tirar. Una es un zafiro.
El zafiro es, simplemente, infinito…puro como la mañana y fresco como un rocío otoñal. Brilla con luz propia, es de un azul profundo;  refleja elegancia, dulzura,  belleza eterna. A pesar de ser una piedra joven, tiene el alma de una estrella infinita. Es simplemente preciosa, y mi mayor error al contemplarla es pensar que me parezco a esa preciosidad en algo. Mírala, tan hermosa, tan segura y tan bella, justo como me gustaría ser a mí. Esta sería sin duda mi elección, pero hay algo que no encaja: ¿Y si el zafiro no me elige como su portador? Es infinito y eterno, y nunca me estimaría más que como a un mero observador… ¿Merece la pena intentar conservarla aun sabiendo que me rechazaría? Cómo admiro el azul profundo de la piedra, su perfección, su eterno baile de luces a ritmo de Vals…
La otra joya es un rubí…
Mi rubí, mi querida llama candente… A diferencia del elegante y puro zafiro, el rubí tiene un encanto muchísimo más peligroso. El rubí, desvergonzado, pícaro y sensual, mágico y destellante. Encarnando a una diosa, a la mismísima Saraghinna, quien soltaba lentamente puñados de arena a su amado en la espalda mientras le susurra sus pecados y deseos inconfesables al oído. Traviesa, llena de gracia, delicada y maravillosa. Su eterna picardía, su juego interminable, los destellos que producían las luces de las velas en los cristales del rubí… El rubí tiene un secreto, uno que ni siquiera Dorian Gray le hubiera confesado a Lord Henry en el estudio del pintor. Esa joya sí que quería que yo fuera su portador. Era su pequeña ambición, una que se avergonzaba incluso de imaginar. Ah, si el rubí supiera lo mucho que me gusta su infinito juego de intrigas y su dulce danza… Si de verdad lo imaginara, no tendría miedo de soñar.
He aquí la clave: ¿Dejar al rubí que me quiere como portador, para elegir a un zafiro que quizás no me acepte?
Tengo en cada mano una joya, no sé cual tirar, y no creo que llegue a saberlo nunca. Sólo el tiempo puede decidir qué mano se aflojará. Una desde luego se aflojará, y arrojará una de las dos joyas al suelo, haciendo tintinear por siempre jamás el sonido de la piedra preciosa rompiéndose en mil pedazos…Pero cuál…?