viernes, 13 de diciembre de 2013

Mi Enemigo.

Cuando todos se van, cuando nadie queda, es el que persiste en un susurro. Cuando todo está en silencio, es ese pitido que resiste en el fondo del oído reacio a disiparse. Cuando todo se cae con estrépito, es el que ríe por el “ambos sabíamos que acabaría así”. El que recuerda todo y nada olvida. Absolutamente nada, por mucho que nos pese a ambos. Las veces que me levanté y las que no lo hice. No las olvida. Porque sabe lo que puede hacer con ello, porque ese es el auténtico poder que tenemos uno sobre el otro. Sabemos quiénes somos, y eso es lo más peligroso que pueden compartir dos enemigos.
    Pero cuando todo da la espalda con insultante indiferencia, él queda siempre mirándome. Porque él es mi enemigo, y un enemigo nunca te da la espalda. Te sonríe con labios de hielo para verte caer. Porque, pese a quien pese, un enemigo que te traiciona y te tortura te mira hasta el final. Eres parte de su obra, de su juego, de su cruel lienzo. Y cuando todo se haya ido, será el que permanezca. Y cuando no quede amor en los corazones de nadie y todo se haya convertido en nostalgia en el fondo de un cofre, su odio seguirá fiel. Porque el que odia lo hace siempre, y no es algo que pertenezca a viejos álbumes que se dejan en una estantería. Porque el odio es eterno y, en los peores enemigos –como el mío, por supuesto –es incorruptible.
    Nunca se va del todo y siempre está ahí, maldiciendo con voz de serpiente en mis oídos, buscando los huecos por donde pueda temblar. Quizás me haya cansado de él, pero no le importa. Quizás no necesite demostrarle nada para seguir adelante, pero no es alguien a quien pueda ignorar siempre. El verdadero enemigo es al que no puedes ver, al que no puedes tocar.
    El verdadero enemigo es el que te observa con desprecio desde un espejo. El que se desvanece si aprendes a quererle. El mismo que te va a recordar cada fallo. El único que notará que has cambiado algo, porque le cambiarás a él. El peor, el más cruel. Me idea las peores pesadillas justo cuando me voy a quedar dormido, me hunde el pecho y me paraliza las piernas cuando el mundo me golpea en una interminable batalla.
    El verdadero enemigo vive en mi interior, en mi nube negra, es parte del caos de mi tormenta, es el que entrechoca sus gritos con los míos creando los truenos que martillean el mar y tu cabeza. Y cuando te alcance y cierres los ojos con fuerza y te rechinen los dientes sabrás a lo que me refiero. Cuando el viento doble tu paraguas hacia el lado incorrecto lo entenderás. Porque en algún momento también habrá sido tu enemigo.





"No puedo conocer a alguien completamente sin quererle tanto como él se quiere a sí mismo. Cuando comprendo a mi enemigo lo suficiente como para derrotarle, en ese momento, le quiero. Y en ese momento, cuando más le quiero, le destruyo."

sábado, 16 de noviembre de 2013

Me lo ha dicho un pajarito, de esos que llenan tu cabeza.

     Hola. Hacía tiempo que no te veía. Tú a mí no me ves, aunque en realidad nunca lo llegaste a hacer. Ni siquiera cuando te pasabas tanto tiempo mirándome me veías. Aunque ahora se puede decir que tampoco te estoy viendo. Hace tanto que no te veo, y más tiempo que esto seguirá así... En fin, supongo que no te conozco.
     Si te conociese, si supiera quién eres, cuántas cosas podría saber de ti. Si alguna vez hablase contigo podría demostrar que son ciertas tantas cosas que veo en ti, que sé de ti. Tú, que no me conoces.
     Estoy seguro de que te gusta el invierno cuando tienes calor, de que sueñas con el verano cuando hace frío. Estoy seguro de que eres de las que ríen mientras puedan. De que te encanta leer horas y horas. Que te gusta pasarte un domingo metida entre las mantas en el sofá, pasando las páginas o viendo una serie. Que te encanta el cine y eres la única que no puede compartir las palomitas porque sólo a ti te gustan dulces. Que cuando caminas por la calle ves a los demás y sientes que no te ven y que estás sola, que puedes verlos a todos desde tu mampara de cristal invisible. Estoy seguro de que cuando te sonrojas no puedes contener una pequeña risa porque "qué tonta debo parecer". Estoy seguro de que te encanta el olor de las cosas nuevas, del césped cortado y las sábanas recién puestas. De que después de comer sigues tomándote un té con leche y mucho azúcar, y ya no conoces a nadie que también lo haga. Estoy seguro de que haces como que miras los escaparates para colocarte bien el flequillo hacia un lado. De que te quita el aliento el último capítulo del Gatsby de Fitzgerald y que sonríes sin parar leyendo al Dorian Grey de Wilde. Que a veces escribes cosas que luego no van a ningún sitio. Si te conociese, también diría que te acuestas muy tarde porque te gusta la noche y te levantas tarde porque qué tontas son las mañanas de otoño nubladas. Y que esa cara de sueño no te la quita el café, porque no es lo suficientemente fuerte y porque no te gusta. Me lo ha dicho un pajarito, de esos que llenan tu cabeza
      Estoy seguro, si te conociese podría decirlo con más seguridad, de que te vuelves loca con tu canción. Y que pasas la nuestra con un escalofrío cuando te traiciona el aleatorio, porque cómo escuecen los primeros acordes. Estoy seguro de que sigues poniendo esa balada vieja y repetida que sigue haciéndote sentir no tan sola.
      Pero para eso tendría que conocerte, y eso pasó hace demasiado. El suficiente para que ahora seas solo alguien a quien solía conocer. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Luciérnagas, de las que te iluminan el alma.

  Siempre creí en las luciérnagas. Allí, en la oscuridad, lo que más hermoso me parecía era la luz. Y un ser capaz de crear luz era algo tan bello para mí que me quitaba el aliento. Era casi como crear esperanza.
  La oscuridad era mágica, en cierto modo. Era la mejor forma de perderse, de que nadie te viese. De ser libre. Sin embargo, a mí me atormentaba. A ellos les gustaba estar solos, y quizás a mí también me hubiese llegado a gustar si hubiese llegado a estar realmente solo. Pero no podía. Porque cuando todos se van nunca me quedo solo, me quedo conmigo.
  Ah, pero un día llegó una luciérnaga. Y jamás volví a estar a oscuras. Un ser mágico y especial que llevaba luz a donde fuere que iba. Y, gracias al cielo o a las estrellas o qué se yo, siempre venía conmigo. Y jamás volví a conocer la oscuridad.
  Es increíble la de cosas que puedes perderte cuando eres tú el que está perdido. Y no es difícil perderse. Tampoco encontrarse una vez hay luz, si llega a haberla. Así que, tú que estás leyendo esto, que podrías estar perdido -o no saber que lo estás-, responde: ¿Qué te lleva luz cuando hay oscuridad? ¿Cuál es tu luciérnaga? O, en su defecto, ¿Cuándo vas a empezar a buscarla? 

viernes, 11 de octubre de 2013

La chica que soñaba con la lluvia.

"Ha caído una gota sobre mi mano. Va a llover, y parece que muy fuerte. Ojalá sea así. 
Mi abuelo decía que cuando llueve es porque están llorando los ángeles del cielo. Sin embargo, nunca llegó a decirme por qué lloran los ángeles. Yo siempre creí que en el cielo lo tenían todo, que nada falta allí y siempre se es feliz... que allí van los buenos. Entonces, ¿por qué lloran? ¿Qué es tan malo para hacer llorar a alguien que está en el cielo? A lo mejor se han cansado de saberlo todo, de tenerlo todo. Mi abuelo está allí, espero que no llore. Entonces, no sería el cielo. Como me entere de que mi abuelo llora, iré al cielo y me enfadaré con ellos, se iban a enterar...
 Me gusta cuando llueve. Todo está tranquilo, es más triste y más bonito. Parece verdad que el cielo se derrama, y que el mundo entero llora contigo. Puede parecer triste pero de alguna forma me reconforta. A lo mejor los ángeles lloran porque nos ven tristes. O a lo mejor no. A lo mejor no lloran, sino que dejan caer la lluvia para consolarnos. Quién sabe. Buenas noches."

Ella soltó el viejo diario sobre la mesa dejando escapar algo a medio camino entre una risa y un suspiro. Su amigo lo cogió con una mano y rio con ternura mientras sus ojos se movían en horizontal sobre aquellas líneas escritas con letra infantil haría ya años.
 -Curioso, cuanto menos -dijo él - ¡Qué imaginación!
 -Vamos, tenía ocho años -replicó ella con una sonrisa -No pidas más, era una niña.
 -Una niña muy especial a mi parecer.
El joven pasó las páginas mientras se paraba en los pasajes de un diario que había recogido parte de la infancia de su amiga, deleitándose y sin poder contener una sonrisa tras otra.

Pero ella en el fondo sabía que no tantas cosas habían cambiado desde entonces, si bien era cierto que ahora sabía de dónde venía realmente la lluvia. Su amigo tampoco era tonto, y la conocía mejor que nadie como para no darse cuenta de que ella, en realidad, seguía conservando mucho de aquella niña.
Que aún le sobrecogía una gota fría que caía sobre el dorso de su mano desde las nubes, que aún caminaba bajo la lluvia sintiendo que el mundo lloraba con ella, que aquella vieja canción de gotas sobre los cristales seguía haciéndola sentir menos sola. Que cada paso que daba y cada latido de su corazón podían coincidir con un trueno que sonaba en alguna parte del mundo en aquel momento. Y aquello la hacía feliz.

Que ciertas cosas, sencillamente, no habían cambiado para la chica que soñaba con la lluvia.


domingo, 29 de septiembre de 2013

El Telón se abre otra vez

Creo que, en el fondo, lo que necesitaba era echar a arder y explotar en mil pedazos. Creo que cuando explotase y me convirtiese en un espejo desperdigado por la superficie de la galaxia, sería entonces cuando podría ver mi esencia completa. Creo que un reflejo no lo da un espejo en la pared, sino los trozos de cristal que quedan al machacarlo. ¿Cruel, verdad? No tanto, si lo piensas de esta forma: ¿Necesitas un espejo completo para verte reflejado? ¿No, verdad? En un sólo trozo algunos cabemos de sobra, si sabemos desde dónde mirar y cómo. Siempre lo supe, que estamos hechos de mil pedazos rotos. Siempre he creído que deberíamos estar hechos de pequeñísimos pedazos recogidos a lo largo de nuestra existencia, pequeños trozos que unimos a nuestra propia esencia y que son tan nuestros como el conjunto. Por eso mismo deberíamos ser capaces de reconocernos en una sola esquirla, una esquina rota, un trozo diminuto que al final también puede devolvernos parte de un reflejo que es solo nuestro. 

Creo que, en el fondo, necesitaba volver a ser tormenta. Sentir el grito del cielo rompiéndose sobre mi cabeza, los truenos arrancándome la piel a cañonazos y los rayos iluminando el bellísimo caos de la noche. Las nubes negras acechando con oscuras garras ansiosas de explosión y huracán, ansiosas de traer la vida con su muerte. 

Creo que, en el fondo, necesitaba que esos mil pedazos volasen por los aires tras demasiado tiempo unidos. Que el viento se los lleve, que la tormenta cruja y que cada vez que se oiga un rayo se esparza uno de mis pedazos por el cosmos. Y que las galaxias se llenen de mí, que el cielo sea mi reino y vuestros corazones sean mi hogar una vez más. Que cada vez que oigas un trueno sepas que sonrío.
Que la Tormenta nunca termina de parar, que oirás mi palabra como un susurro huracanado.

(Que he vuelto, como cada Otoño, y que traigo sus respectivas lluvias y sus muchas horas sin sol, pero con muchas letras conmigo)



sábado, 3 de agosto de 2013

Relato Encadenado - ¡ÚNETE, BASES Y DEMÁS! :)

¡Muy buenas a todos! Como llevaba anunciando por twitter unos días, iba a organizar algo veraniego para escribir con más gente con ayuda de Martha. La descripción es la siguiente: Mi "Relato Encadenado" consistirá en que yo escribo un prólogo y paso el documento al siguiente escritor, el cual escribe otro trozo antes de pasárselo al siguiente para que escriba su trozo y así hasta que el relato esté completo. En resumen, cada uno escribe por su cuenta lo que quiera, pero que sirva para complementar el anterior y crear la historia. Las bases son las siguientes:

- Si no somos como mínimo siete u ocho, esto no se monta, de lo contrario quedaría muy corto. Eso sin contarnos a mí ni a Martha.
- Yo mandaré en un documento Word el primer trozo a uno de los participantes con el asunto RELATO ENCADENADO. El que lo reciba tendrá un plazo y un límite de palabras para seguir el relato, y una vez terminado lo mandará al siguiente participante que hará lo mismo. Por eso mismo es ABSOLUTAMENTE NECESARIO que comentéis aquí si queréis participar o bien me mandéis un correo, y también que me digáis vuestro correo por twitter, por mi email o por los comentarios de esta entrada.
- Con los que participéis escribiré una lista que os mandaré a todos los participantes con los escritores y sus respectivos correos, donde podréis ver en qué orden estáis dispuestos para saber de quién recibiréis el Relato y a quién se lo tendréis que mandar.
- El proyecto empieza el día 13, para entonces tengo que tener confirmados a todos los que queráis participar de esta manera: Nombre o pseudónimo, twitter (opcional) y vuestro correo. Ese día también mandaré el primer trozo al primer participante.
- Cada escritor tendrá unos cuatro o cinco días máximo para escribir su trozo de relato, que será de entre 180/250 palabras. (No pasa nada si son 150 o 300, no voy a ponerme tiquismiquis con las palabras, es sólo para que tengáis una idea de lo que se pide en un principio).
- Estaría requetegenial que añadiérais lo que quisiéseis tipo personajes, giros inesperados de la trama, sucesos fuera de lo esperado... le daría un aire bastante interesante y sería genial de leer además de un reto para el siguiente escritor :)
- Una vez terminéis vuestro trozo añadís vuestro nombre entre paréntesis al final y así sé de quién es y el resto también puede saberlo conforme lo vaya leyendo.
- El tema puede empezar siendo por ejemplo de suspense (el cual es muy apto para cambios de trama inesperados), pero os invito a modificar la temática cuando os toque a vosotros escribir, de forma que quizás acabe de forma completamente distinta a como empezó en un principio.
- Y por último, aunque es de cajón, PROHIBIDO modificar de cualquier manera lo que ha escrito el anterior o los anteriores.
- Calculando un máximo de quince participantes, por entre tres y cinco días de escritura cada uno, más los imprevistos y demoras... calculo que recibiré el Relato Encadenado ya terminado a mediados/finales de Septiembre. Espero que los comienzos de las clases/estudios y demás etcéteras no os causen ninguna dificultad.

Hasta aquí todo, confío en vuestra magia a la hora de crear historias y sé que si sale bien nos lo podemos pasar genial haciéndolo, además de que me hacía muchísima ilusión montar mi primer proyecto con vosotros. Dudas, sugerencias, o lo que queráis, mandadme un mensajito aquí o bien por twitter ¡Os espero!

M. Lawliet. 

miércoles, 3 de julio de 2013

Mientras seamos Arte, seremos Intocables.


Ella se aclaró la garganta, hizo de tripas corazón y se aferró a las únicas palabras que la mantenían viva:
 “Me habrás visto temblar muchas veces, o por lo menos yo me he visto temblando en muchas. He sido una cobarde, una absoluta cobarde. He huido de todo y todos, he dudado, he caído, me han traicionado y he dejado a mucha gente atrás sólo por mí, por mi miedo o mis dudas. He sentido la presión en el bajo vientre, un nudo de plomo en la garganta, el sudor frío en las manos. He llorado donde nadie podía verme hacerlo. He gritado y he sido explosión y tormenta en mis momentos de mayor debilidad. He visto a personas caer y me he visto caer sin poder hacer nada por mí o por ellos. He fallado, muchas veces. Así que sí es probable que me hayas visto temblar.
Pero jamás, jamás, me verás temblar delante de un micrófono en el escenario.
Porque por mucho que pueda tener miedo, allí no lo tendré nunca. Porque por muy cobarde que sea, allí soy infinita. Porque por muchos fallos que haya tenido, la música siempre perdona. Porque por mucho que me fallen, ella nunca lo hace. Y es por eso que, por muchos nudos en la garganta y veces que haya sentido pánico, jamás dudaré mientras tenga un micrófono en las manos y sólo una maldita persona que quiera ver lo que sé hacer. Porque cuando soy música, soy arte. Y el arte no duda, no siente miedo. Al arte no puedes tocarlo, no puedes romperlo, no puedes herirlo como a mí. Por eso, mientras sea yo arte, mientras sea música, jamás podrás hacerme temblar, ni herirme, ni verme dudar. Mientras tenga mi micrófono en las manos y mis cuerdas vocales y mis nervios y sentidos vibren sobre la tarima, soy intocable.

miércoles, 19 de junio de 2013

Oculta es Libre.

Entra a la cálida y nublada habitación, llena de vapores calientes que empañaban los espejos de la pared. Un  humeante chorro de agua hirviendo la esperaba sobre la gran bañera circular de piedra negra que ocupaba el centro de la estancia.
Nada más entra, recibe el calor de las nubes de vapor como un dulce abrazo. Se quita los duros y magullados zapatos altos, deja escapar un trémolo suspiro de placer y dolor al tocar el caliente suelo de madera con los heridos y débiles pies descalzos. Se va quitando, muy despacio, casi en un ritual, las demás vestiduras. Las placas de metal de la armadura tintinean en el suelo con un sonido mate cuando ella las arroja. El pelo, enmarañado y lleno de trozos de barro y sangre seca, se le pega a la espalda y el torso, dibujando sus curvas desnudas. Poco a poco va caminando en silencio y con cuidado hacia el espejo, donde se contempla con lástima y curiosidad: Su piel se ve rojiza y brillante a causa de las graves quemaduras, costras de sangre que no es solo suya caen al suelo cuando ella las raspa con las ennegrecidas y rotas uñas. Varios arañazos, algunos muy profundos y de color oscuro, surcan su torso. Se gira, y tras apartarse la melena contempla ve con cierto espanto una horrible y anchísima cicatriz que atraviesa toda su espalda. Se arranca, ahogando un gemido, un trozo de metal de unos centímetros que tenía encajado a un lado de la cintura, que cae al suelo y resuena por la estancia.
Camina casi inconscientemente hacia el agua, que la hace cerrar los ojos y soltar un gemido de placer. Sumergida entre vapores y agua caliente, oculta, se siente a salvo, y por primera vez en la noche se siente realmente a gusto. El agua duele, pero el dolor la hace sentir viva y libre. Casi pierde el sentido cuando termina de sumergir las quemaduras. Ya ha acabado todo, sólo quedan ella y la oscura habitación humeante.
Cierra los ojos, coge aire y se sumerge del todo. Allí, bajo el agua, sonríe por una vez. Una sonrisa que jamás nadie vio y que era sólo suya, la que se guardaba para ella cuando no la veía nadie.

Perdida entre las nubes de la estancia, es libre.

miércoles, 5 de junio de 2013

Entrada nº50 | Mi Novela

¡Hola de nuevo! Como ya dije por twitter, esta entrada es la nº50 y quería que fuera especial, o que, por lo menos, estuviera a la altura de la ocasión. Y además no me gustaría que por culpa de las prisas (ay, llevo un mes sin escribir en el blog) se fastidiara la entrada. En fin… ya sabéis que no suelo hablar mucho por aquí, para eso tengo el twitter, esto lo limito a textos. Pero esta vez lo merece.
                                   
Como todos sabréis ya, porque soy pesadito, tengo una novela en proceso. Apenas he hablado de ella, pero este es un buen momento. ¡Hablemos de mi novela!
Estará titulada Crónicas del Príncipe Alquimista, y firmada por mí como M. Lawliet. La novela se mueve alrededor del Príncipe, mi protagonista, de quien no desvelo nada para no quitarle la magia al asunto. El libro estará formado por tres partes, cada una de alrededor de 200 páginas, que narrarán tres aventuras distintas -pero inmediatamente juntas en el tiempo- vividas por el Príncipe.
¿De qué irán esas tres historias? Magia, estrellas y galaxias, amor y lazos, mundos lejanos y no tan lejanos, pesadillas y sueños… Todo está permitido. Os dejo la introducción de la primera parte del libro y primer viaje del Príncipe, que narra la historia de Miralda, una niña londinense del 1812 para la que los monstruos de debajo de la cama y las pesadillas son tan reales como la vida misma y la atormentan cada noche. Hasta que un día alguien se cruza en su vida, un extraño llamado “Príncipe” que le enseña a ver el mundo que ella creía real de una manera completamente distinta y especial. Es corto lo que os traigo, pero os lo traigo. Sin más, os dejo el texto.
…………………………….-.-.-.-------
Introducción.

Vuelve a despertarse sudando y con la respiración agitada. La pequeña Miralda Bennett no puede dormir, los monstruos no la dejan tranquila. Tiene el pelo y el camisón blanco pegados a la piel perlada de sudor. Es casi de día cuando decide que ya no puede volver a conciliar el sueño y decide ponerse a leer hasta que pase la noche.
 Enciende una vela, coge su libro y continúa por donde lo dejó la última vez, en una página marcada por un señalador de papel satén. A Miralda le gustaba mucho leer, pero no era algo muy común entre las niñas que conocía. Ella tenía diez años, y vivía en una acogedora casa, a unas calles cerca del Támesis, en el Londres de 1812.

Todo iba bien allí, pero desde que tenía cuatro años no recordaba que los monstruos, las criaturas, la hubieran dejado en paz. Unos eran pequeños, correteaban cuando ella apagaba las luces, y otros eran grandes como su habitación entera. De esos sólo recordaba uno o dos.
Su padre siempre la había tratado mejor que nadie  con respecto a los monstruos y las pesadillas. Su madre había muerto cuando ella apenas era un bebé, pero nunca le faltó el cariño de su padre. Él siempre la había consolado en las noches de pesadillas, pero para él solo eran pesadillas. A ella le gustaba, porque cuando su padre venía, los monstruos desaparecían. Aunque era injusto, porque nadie iba a creer algo que sólo ella viese. Por eso nunca hablaba de esas criaturas, sólo a su padre. Miralda había llegado a pensar que estaba loca, pero las criaturas le habían dejado pistas muchas veces. Se comían cosas, arañaban muebles, algunos incluso tocaban canciones golpeteando las paredes. Eran horribles. Cuando se sentía débil e intentaba auto convencerse de que se estaba volviendo loca, iba a la puerta de su cuarto y acariciaba el pomo dorado, lleno de arañazos. Arañazos que las criaturas dejaban al escapaban por la puerta.

Por eso, decidió que quería pedir ayuda.
 Fue un día mientras pedía a los cielos por un milagro, cuando recibió una visita inesperada que lo cambiaría todo.

lunes, 29 de abril de 2013

Los que estamos hechos de palabras. Escritores.

Sólo soy palabras. Unas veces sobre un papel, otras sobre una lágrima que puede, o no, ser mía. 
Uno llega a sentirse hueco a veces. Y aún así, terriblemente lleno hasta sentirte explotar en cualquier momento; lleno de los tornados que hacen de mí lo que soy. Una tormenta de palabras dentro de alguien que las escribe para liberarlas. Otras veces soy música, para cuando me harto de tantas palabras, es decir, de mí.
Qué huecas las palabras sin un sentimiento que les de orden y significado, cuanto tiempo perdido en intentar encontrarlas cuando no sabes lo que sientes. Si no hay emociones no hay palabras. Sin embargo, sí que puede haber emociones sin palabras, y en ocasiones es eso lo que más problemas trae cuando estamos perdidos: No saber expresar con palabras lo que hay dentro de tí, y convertirte sin quererlo en un torbellino desordenado que no sabe explicar por qué destruye todo a su paso, antes de a sí mismo claro está.
Somos muchos los que estamos hechos de palabras desordenadas.
 Es curioso observar cómo cada uno de ellos tira de sus vendavales como mejor puede. He visto a algunos de ellos dar forma y orden a la ventisca que llevan dentro y hacer cosas realmente bellas que han hecho llorar de emoción a más de uno, y ponerle los pelos de punta a más de dos. He conocido a alguien que decía que cuando liberaba su huracán quedaba vacía, y entonces no la entendí, pero ahora sí; alguien que si no era huracán, no era.
Supongo que en parte es eso lo que nos impulsa a compartir parte de nuestras tormentas con los demás, que acaba siendo lo mismo que compartir un trozo de nosotros con el mundo. Quizás la razón sea soltar parte de nosotros para aflojar la presión del caos, o para poner orden al mismo.

Mientras haya viento, brisa o vendaval, estaremos cerca. Creando tormentas en la máquina de escribir.

jueves, 28 de marzo de 2013

Mariposas y Espejos Rotos.

Cae la tarde, dos figuras caminan sin hacer ruido por un sendero perdido, entre montañas más altas que las nubes. Ambos llevaban su trayecto en silencio, cubiertos por sus humildes hábitos de monje de las miradas furtivas de los dioses, ocultos de todo y todos. Uno de ellos, el más jóven, se detiene cuando una hermosísima mariposa llena de vivos colores se cruza con él; éste le extiende la palma de la mano y ella la acepta posándose en ella y plegando las alas. El monje sonríe afablemente bajo su capucha, embargado por la belleza del momento. Su compañero se para y la observa él también, con gesto serio y observador. La dulce expresión del otro monje se tuerce en espanto cuando la mariposa comienza a perder sus colores como si se le fuera la vida, para caer después al árido suelo, muerta.
- Me sorprende que aún muestres esa expresión. -le espeta el monje más mayor.
- ¿Debería acaso mostrarme insensible al dolor como haces tú? Es una humana la que está muriendo, su alma agoniza junto con la mariposa. -responde, pálido y estremecido.
- Así funciona todo. -afirma su compañero, con la vista lejos -¿Recuerdas la belleza con la que nacen las mariposas? Los mortales humanos vienen igual que se van, lo acabas de ver. -dijo señalando con la mirada la delicada criatura, inerte y descolorida  en el suelo.- Pero quizás podamos hacer algo con esta. Ven, veamos a quien pertenece esa mariposa.

Ambos caminan bajo sus hábitos hasta el borde de la montaña y miran hacia el abismo. A través del abismo, de las nubes y el viento, encuentran a la persona que agoniza en su misma casa. La ven sufriendo:
Con un grito de furia, ella lanza más cosas hacia la pared.  Alza sus rugidos al cielo, destroza todo en la habitación hasta convertirla en astillas y cristal roto. Entre furia, frustración y odio, vacía los armarios con violencia y arrasa con todos los recuerdos y platos que encuentra. El huracán no se detiene, la tormenta no pasa ni se debilita. Avanza causando más destrucción hasta llegar a su habitación, llena de espejos. Se observa un momento, el pelo pegado a la piel sudorosa, la expresión torcida de dolor y sueños aniquilados, dos lágrimas negras corriendo por sus mejillas desde sus ojos rojos. Sin dudar ni un momento, agarra lo primero que encuentra y los rompe todos uno a uno con un rugido de rabia.
Se queda sola y vacía en la habitación. Sus rodillas se doblan débiles, queda ella de rodilas en medio del caos y las cenizas. Sus manos tiemblan, llenas de sangre y astillas. Se acurruca en el suelo, llora en silencio.

- Se está muriendo. -susurra el monje más serio.
- No... -replica dolorido y estremecido su compañero -No, se está curando. Mírala atentamente.
- Sólo veo un tornado que se apaga. Cuando termine, estará muerta como la mariposa.
- El tornado ni se apagará ni morirá, sólo se detendrá. Observa. Llora, desesperada y casi destruída, pero llora de forma distinta a como solía hacerlo. Porque ahora sabe por qué llora.
El monje mayor la mira con curiosidad desde arriba de las nubes.

Ella sigue llorando y sacudiendo sus hombros a cada sollozo. Se incorpora un poco y mira el espejo roto, tan roto como ella. Coje un trozo, afilado y mortal, y se ve reflejada. Se ve igual. Y entiende, ahora se entiende. Lo suelta, observa todos los trozos y llora muy callada y pequeñita.

- ¿Ves?- susurra en una sonrisa amarga el monje joven.
- No. -suelta su compañero.
- Ahora ha visto quién es de verdad, qué somos.
- Ilústrame.
El monje se giró a su amigo y le dijo sonriendo:
- Ha visto que estamos hechos de pedazos rotos.

La mariposa agitó las alas. Recuperó parte de su color. Y poco a poco, consiguió volar.

jueves, 7 de marzo de 2013

Estrella, instantánea y eterna estrella.

Tumbado sobre el césped, el viento soplando sobre las hojas y las copas de los árboles, el Príncipe observa el cielo nocturno. Infinito, eterno, mucho más real que cualquier otra cosa en aquel momento. La brisa de verano roza cada brizna de hierba y acaricia cada estrella y cada astro de la gran cúpula celeste. El Príncipe sonríe, ha estado allí arriba, se ha criado allí arriba nadando en el cosmos. Galaxias de fuego y diamante, miles de millones de luces incandescentes, polvo de estrella acariciando cada sonrisa, inconmensurables supernovas explotando en un segundo y llenando todo del bello caos, del arte que alcanza su punto álgido justo antes de desaparecer para siempre.

Una estrella fugaz cruza el cielo, instantánea, para volver a desaparecer y no ser vista nunca más. Quizás algún día recordemos haber visto esa estrella, quizás dentro de un tiempo, convertida ya en un recuerdo, vuelva a surgir de nuestra mente para intentar ser revivida durante unos instantes de nostalgia. Quizás no, y muera sin llegar a ser siquiera recuerdo.
 Puede que llegue el día en el que recordemos estos momentos que nos dedicábamos a dejar pasar sin preocuparnos, o que pasaban entre terribles pensamientos y malestares por quién recordará qué. Pero ahora, en este mismo instante, no son recuerdos. Ahora mismo los estamos viviendo, justo en este instante en el que estás leyendo estas palabras hay personas naciendo y muriendo, estrellas apagándose y galaxias originándose, besos y caricias quién sabe dónde, y no importa, porque lo verdaderamente importante es que ahora somos conscientes de que está ocurriendo. Aquí, allí, en todas partes, están originándose los que serán algún día los recuerdos que guardaremos en nuestro Baúl de los Recuerdos.
Pero qué importan los recuerdos, ya habrá tiempo para recordar, ya que ahora, en este instante, estamos vivos. Y ahora que sabemos que vivimos, es cuando podemos empezar a vivir.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Prisma cristalino.



-        --- Me pregunto quién fue aquel que dijo que el amor era hermoso… –comentó ella, irónica, al lado de su amigo.
-        --- Alguien que quiso y fue correspondido. –respondió él, con sencillez.

Ambos, como tantas tardes, se apoyaban en la barandilla del puente, desde donde podían ver el mar acompañados del atardecer reflejado en el mar. Sobre todo, un lugar  que para ambos significaba sus más íntimos momentos de soledad y palabras compartidas. Unas veces hablaban sobre algo, lo que sea, sin demasiado interés. Otras simplemente dejaban escapar sus pensamientos sin pararse a pensarlos antes de pronunciarlos. U otras veces guardaban silencio y observaban en silencio cómo las luces del atardecer pintaban en las nubes y jugaban con la efervescente atmósfera del crepúsculo.

-         ---Al final lo de que te guste a alguien acaba doliendo, o seré yo que no encuentro a nadie para mí. –dijo ella, tratando de sonar convencida o indiferente.
-         ---Es como decir que al final de la vida nos morimos. –replicó él. -Por supuesto que cuando algo se termina duele. Como en casi todo. El amor es como la vida, se disfruta como lo mejor que nos ocurre, nos llena de ilusiones y al final se termina y duele. Pero que el final duela no quita los buenos ratos que hubo.
-         ---No digas tonterías. –se rió ella. –Si alguien con quien compartías algo rompe ese vínculo tan único que os unía… te acaba faltando algo, por muy bien que te lo hayas pasado. –dijo en voz más baja. –Al final es cierto, te lo has pasado como nunca, pero es algo que ya no existe y no volverá.
-         ---¿Y por qué no celebrar que ocurrió? ¿Que ese vinculo existió una vez?
-         ---Antes de ser capaz de celebrar eso, te aseguro que te tiras muchísimo tiempo sufriendo… ay tonto, como se te nota que nunca has estado con nadie. Tienes ese positivismo bien grabado a fuego –dijo acompañándolo con una risa, esta vez sincera, y revolviéndole el pelo a su amigo.

Ambos guardaron silencio unos instantes más. Ella se giró hacia él y se relajó mirándole, intentando desentrañar algo en su rostro. Él le devolvió la mirada, y ella notó cómo una chispa saltaba en aquella mirada, y entonces ella vio a través de los ojos de él. Se abrió su mente, como un libro abierto, y ella pudo leer en él algo que no habría creído de otra forma. De alguna manera, vio pequeños recuerdos que se paraban en aquel momento por .la mente de él, como una película llena de trozos y retazos mezclados. Se sucedían como escenas breves, instantáneas, superpuestas, de apenas un segundo.

 El chasquido de un beso. El roce de una mano trepándole por el brazo. Dos latidos sordos y profundos. Un jadeo arrancado sobre su pecho. Un suspiro al trasluz de una sábana. Una risa suave, a dos voces. Un ronroneo que le acaricia el cuello. Diez  mil vellos erizándose, como arañas bocarriba. La caricia del papel al pasar una página más. Dos copas brindando. Sal y limón sobre la piel. Más risas, sinceras y naturales. Una canción con un significado. Una luz que se apaga. Y un abrazo en la oscuridad, un “nunca te soltaré”… Las siguientes imágenes son de dolor, dolor profundo y desgarrador. Ella las conoce, las ha vivido igual que él, e igual que cualquiera que ha visto el fin, siempre doloroso, de algo que una vez hubo entre dos personas enamoradas.

Sale del trance, abandona la mente de su amigo. Éste desvía la mirada y sonríe al atardecer. Ella se ve confusa, no deja de mirar la sonrisa que tiene enfrente.
-        --- Lo siento. –susurra ella.
-        ---Yo no. –dice él sonriendo. –No me arrepiento de nada de lo que hice. Aunque ya se haya terminado, celebro que existió. Y esa, es la clave.

viernes, 25 de enero de 2013

El Mapa del Viento.


Hay quien cree que el hecho de levantarse de la cama y obligarse a ser más que ayer le parece una tontería. Quizás sea algo que ya algunos habréis oído tantas veces que os parece tonto. Sin embargo, sé que algunos de vosotros todavía tenéis sueños, y creéis, al igual que creo yo, que el mero hecho de que amanezca tiene un sentido. Un sentido que da explicación al simple hecho de estar vivo para así poder levantarnos un día más.
Creo que las personas, el mundo, son algo muy grande que no podemos entender. Porque cada persona es un mundo, y si ni siquiera podemos entender el de cada uno, ¿cómo entender el de tantos que nos rodean? Si cada persona es un mundo, entonces cada ínfima y diminuta cosa que existe y que podemos sentir es distinta para cada persona. Es por eso que cosas como el que sea de noche o de día puedan tener tantísimos significados.
Aunque esto pueda parecer un caos, una confusión absoluta o un extraño punto de vista, en realidad es un hecho realmente precioso. Porque del mismo modo, la vida puede tener miles de millones de significados diferentes, de razones para vivirla. Miles de millones de razones para levantarnos cada mañana y ser un poco mejores… algo tan simple que se nos escapa.

Cada detalle, cada acto de odio, o de compasión y amor, construyen gota a gota nuestro futuro. Quizás alguien piense: “Un detalle sin importancia da igual, total, una gota no es nada…”. Claro que no importa. En realidad, una gota no tiene ningún valor en un océano. Pero, ¿qué es un océano sino el magnífico e inmenso resultado de miles de millones de gotas? 


sábado, 12 de enero de 2013

Él, Ella, y algo más que piel y huesos.

Sonríen, esta noche será de los dos.
Cae la tarde, cesan los ruídos, Él se prepara para encontrarse con Ella sobre la tarima. Ambos actúan esta misma noche, los nervios les crispan y la ilusión les alimenta. Ella luce hoy sus mejores galas, relucientes, como hecha de destellos y de azabache. Los enamorados no se han visto en todo el día, esperarán a verse por primera vez en la sala, iluminados por las luces en el silencio, así la magia es mayor en el encuentro.

Él se abrocha el traje, su pelo negro como la noche y su mirada dulce como un beso robado. Ella se estremece, impaciente por notar el suave tacto de Él en su cintura sobre el escenario, ansiosa por el momento.
Y el momento, finalmente llega.

La sala se llena. De gente, de silencio y de oscuridad. Todos contienen el aliento. Se enciende una única luz, en el escenario. Ante el aplauso del público, ambos caminan hacia la luz. Él y Ella sonríen como el primer día cuando se ven, se encuentran, y la magia les inunda bajo la luz del foco. Él la sujeta, con dulzura pero con firmeza, Ella se deja llevar hacia Él. Y comienza algo que nadie de la sala podrá olvidar jamás...
Él comienza a mover los dedos por las cuerdas de Ella, los sonidos salen de su madera. El arco del violín surca el aire como un águila surca el cielo de la noche, Ella canta desde el corazón de Él el suave vals, ambos se encuentran como uno solo.

 La luz del foco ilumina unas letras doradas escritas sobre el violín: "Ella".

 El público se emociona ante el espectáculo que jamás habrían creído ver en vida. Y todos comprenden que
no conocería nadie mayor amor que el que veían ante ellos, y que nunca nadie había estado tan enamorado jamás, por estúpido que pueda parecer, como Él y Ella. Que jamás amaría nadie tan fuerte como amaba aquel violinista a su instrumento. Que el amor verdadero nacía de la música de ambos. Que eran el uno para el otro en vida y muerte.


miércoles, 2 de enero de 2013

Año Nuevo.


Año nuevo. Todos celebramos, reímos, algunos nos emocionamos, pasamos la víspera con familiares… ¿Qué celebramos?, me pregunto mientras me intento hacer el nudo de la corbata por tercera vez. No sé del todo bien qué le da ese sentido a esta noche ¿Qué significa todo esto? Yo de pequeño solía pensar que era una excusa para reunirse con la familia todos juntos alrededor de una misma mesa y compartir algo más que platos y recuerdos. Sin embargo, y a pesar de que aún no descarto esa idea, sé esta no es la verdadera razón.
Me coloco frente al espejo. Llevo la misma ropa que el año pasado, pero no estoy siquiera algo semejante a hace trescientos sesenta y cinco días. Veo en mí reflejo algo que me encanta, y sé que un año sí que puede marcar la diferencia por muchísimos que vivamos. Es ese algo en la mirada que mi reflejo me devuelve lo que me convence y convierte en quién soy ahora y quién era, y lo que realmente me hace comprender el significado de este día. De una forma u otra, celebramos un año más en este extraño y maravilloso mundo, celebramos que una vez más han pasado las estaciones y empieza un nuevo ciclo, nos reunimos y nos decimos que todo va bien y que ya ha pasado un año más. Al final, el trasfondo es siempre el mismo: Seguimos aquí. Un año más, seguimos aquí.
Para todos, y a pesar de lo simple que es que termine un calendario y empiece uno nuevo, parece ser algo extraordinario. Amigos y personas especiales te felicitan el fin de año y te dicen que lo han disfrutado contigo y esperan que el que viene sea igual, nos prometemos hacer cosas fantásticas y mejorar en pequeños detalles, nos abrazamos y nos hacemos promesas sobre todos los años más que estaremos juntos igual que este.
Termina la noche para mí, para otros empieza. Mientras me quito los zapatos pienso en la importancia que tiene para muchos un evento que ocurre relativamente cada poco tiempo. Un año no es nada, aún así pueden ocurrir tantas cosas… Pienso en la canción de Mecano dedicada a esta fecha, sonrío mientras canto en mi mente que “todos hacemos por una vez algo a la vez”.
  Me meto en la cama. Es 1 de Enero. Año nuevo, vida nueva, o eso dicen. Yo pienso seguir como siempre, pero mejor que nunca. Cierro los ojos por primera vez en este 2013, y me duermo soñando con lo que traerá.