viernes, 13 de diciembre de 2013

Mi Enemigo.

Cuando todos se van, cuando nadie queda, es el que persiste en un susurro. Cuando todo está en silencio, es ese pitido que resiste en el fondo del oído reacio a disiparse. Cuando todo se cae con estrépito, es el que ríe por el “ambos sabíamos que acabaría así”. El que recuerda todo y nada olvida. Absolutamente nada, por mucho que nos pese a ambos. Las veces que me levanté y las que no lo hice. No las olvida. Porque sabe lo que puede hacer con ello, porque ese es el auténtico poder que tenemos uno sobre el otro. Sabemos quiénes somos, y eso es lo más peligroso que pueden compartir dos enemigos.
    Pero cuando todo da la espalda con insultante indiferencia, él queda siempre mirándome. Porque él es mi enemigo, y un enemigo nunca te da la espalda. Te sonríe con labios de hielo para verte caer. Porque, pese a quien pese, un enemigo que te traiciona y te tortura te mira hasta el final. Eres parte de su obra, de su juego, de su cruel lienzo. Y cuando todo se haya ido, será el que permanezca. Y cuando no quede amor en los corazones de nadie y todo se haya convertido en nostalgia en el fondo de un cofre, su odio seguirá fiel. Porque el que odia lo hace siempre, y no es algo que pertenezca a viejos álbumes que se dejan en una estantería. Porque el odio es eterno y, en los peores enemigos –como el mío, por supuesto –es incorruptible.
    Nunca se va del todo y siempre está ahí, maldiciendo con voz de serpiente en mis oídos, buscando los huecos por donde pueda temblar. Quizás me haya cansado de él, pero no le importa. Quizás no necesite demostrarle nada para seguir adelante, pero no es alguien a quien pueda ignorar siempre. El verdadero enemigo es al que no puedes ver, al que no puedes tocar.
    El verdadero enemigo es el que te observa con desprecio desde un espejo. El que se desvanece si aprendes a quererle. El mismo que te va a recordar cada fallo. El único que notará que has cambiado algo, porque le cambiarás a él. El peor, el más cruel. Me idea las peores pesadillas justo cuando me voy a quedar dormido, me hunde el pecho y me paraliza las piernas cuando el mundo me golpea en una interminable batalla.
    El verdadero enemigo vive en mi interior, en mi nube negra, es parte del caos de mi tormenta, es el que entrechoca sus gritos con los míos creando los truenos que martillean el mar y tu cabeza. Y cuando te alcance y cierres los ojos con fuerza y te rechinen los dientes sabrás a lo que me refiero. Cuando el viento doble tu paraguas hacia el lado incorrecto lo entenderás. Porque en algún momento también habrá sido tu enemigo.





"No puedo conocer a alguien completamente sin quererle tanto como él se quiere a sí mismo. Cuando comprendo a mi enemigo lo suficiente como para derrotarle, en ese momento, le quiero. Y en ese momento, cuando más le quiero, le destruyo."

1 comentario:

  1. Enorme, sencillamente enorme. Muy bien reflejado eso del enemigo interno, tanto que lo sientes y lo palpas y, ¿por qué no? El de cada uno se pasa a susurrarte un "hola" cuando terminas de leer esto, para que lo recuerdes también.

    ¡Besos!

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