lunes, 29 de abril de 2013

Los que estamos hechos de palabras. Escritores.

Sólo soy palabras. Unas veces sobre un papel, otras sobre una lágrima que puede, o no, ser mía. 
Uno llega a sentirse hueco a veces. Y aún así, terriblemente lleno hasta sentirte explotar en cualquier momento; lleno de los tornados que hacen de mí lo que soy. Una tormenta de palabras dentro de alguien que las escribe para liberarlas. Otras veces soy música, para cuando me harto de tantas palabras, es decir, de mí.
Qué huecas las palabras sin un sentimiento que les de orden y significado, cuanto tiempo perdido en intentar encontrarlas cuando no sabes lo que sientes. Si no hay emociones no hay palabras. Sin embargo, sí que puede haber emociones sin palabras, y en ocasiones es eso lo que más problemas trae cuando estamos perdidos: No saber expresar con palabras lo que hay dentro de tí, y convertirte sin quererlo en un torbellino desordenado que no sabe explicar por qué destruye todo a su paso, antes de a sí mismo claro está.
Somos muchos los que estamos hechos de palabras desordenadas.
 Es curioso observar cómo cada uno de ellos tira de sus vendavales como mejor puede. He visto a algunos de ellos dar forma y orden a la ventisca que llevan dentro y hacer cosas realmente bellas que han hecho llorar de emoción a más de uno, y ponerle los pelos de punta a más de dos. He conocido a alguien que decía que cuando liberaba su huracán quedaba vacía, y entonces no la entendí, pero ahora sí; alguien que si no era huracán, no era.
Supongo que en parte es eso lo que nos impulsa a compartir parte de nuestras tormentas con los demás, que acaba siendo lo mismo que compartir un trozo de nosotros con el mundo. Quizás la razón sea soltar parte de nosotros para aflojar la presión del caos, o para poner orden al mismo.

Mientras haya viento, brisa o vendaval, estaremos cerca. Creando tormentas en la máquina de escribir.