sábado, 24 de marzo de 2012

La Torre tiembla.

Qué hermoso parece todo bajo el sol y las estrellas. Todos los buenos momentos surgen desde el fondo de la memoria, acariciando cada centímetro de mi sonrisa satisfecha, refrescando todos esos recuerdos de amor y pasiones que tanta alegría despiertan en mí. Está bien tomarse unos momentos para evocar esas antiguas sensaciones, para afianzar nuestra torre y para construir nuestras esperanzas en lo que vendrá.

Por el contrario, qué melancólico y delicioso parece todo bajo la lluvia. En la ventana repiquetean las gotas, apenas hay luz debido a las nubes y todo parece inundado de agua y música lenta de guitarra. Sentirse triste es igual de bueno que estar alegre, aunque trae mucho mas dolor. La melancolía es como una vacuna: Al principio duele, pero nos damos cuenta de que es absolutamente necesario.

Cuando juntamos ambos sentimientos, los buenos y los malos, es cuando se forma algo duro e indestructible. Es cuando nos formamos a nosotros mismos. Cuando nuestra torre, nuestro santuario, lo que hemos estado formando y cuidando durante tanto tiempo con esmero y dedicación empieza a temblar... todo a nuestro alrededor tiembla. El corazón es de cristal: Se necesita mucho cuidado y delicadeza para mantenerlo transparente y claro, pero cualquier leve movimiento en falso puede romperlo en mil esquirlas que son muy difíciles de volver a unir. La Torre puede volverse alta y poderosa, pero cualquier columna mal puesta puede hacerla temblar.

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