miércoles, 18 de enero de 2012

¿Preparado para correr?

Suena la música, se aprieta los cascos y sube el volumen. La sangre y la adrenalina fluyen con velocidad por sus venas, la excitación es extrema y no puede pararlo. Entonces corro, corro lejos y rápido, pero sin darme cuenta de que no estoy corriendo. Estoy huyendo. ¿Pero de que? De todo lo que me rodea, porque las heridas no desaparecen, pero se aprende a vivir con ellas. Corro y recuerdo las personas que se han ido, las que han llegado y solo me han hecho daño, huyo de la realidad y me refugio en la música. La música, el idioma de los dioses, lo que mas quiero y mas me da fuerza. Por todos los años que llevo estudiando el idioma de la música y todos los que me quedan por vivir.
Sigo corriendo, pero nunca me falta aire. Todo el aire que necesito me entra por los oídos, en forma de armonías y acordes. Entonces me alegro de poder escucharla, entenderla, comprender sus infinitas posibilidades. Pienso que sin música sonando sería incapaz de correr, pues poco me quedaría para darme ánimos. Ritmos de Vals, canciones de Eminem y solos de guitarra. Algunos dan gracias a dios por crear la música y la vida. ¿Dios? Yo que ellos me sentiría orgulloso de pertenecer a la Raza Humana, creadora de la música, de la poesía, la pintura, las historias y los cuentos de hadas de todos los colores.
La canción acaba y vuelvo a ponerla. Dejo de correr y sonrío. Qué maravilloso me parece todo ahora. Las heridas siguen ahí, pero ya las he asumido y empezado a vivir con ellas. Supongo que es el precio.

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