sábado, 10 de marzo de 2012

¿Alguna vez has querido tanto a alguien que darías un brazo por esa persona?

Entonces, todo se rompe. Cae una bola de cristal al suelo, y todo se sume en el más oscuro silencio, y lo unico que se oye es el cristal haciendose añicos y esparciendo miles de esquirlas por el frío suelo. Todo eso es lo que siente por dentro, afuera no hay nada que pueda desviar su atención, ahora su respiración se ha parado en seco y la sangre le palpita en la sien.

Es muy sencillo lo que está ocurriendo. Lo que le ocurre es lo que nos ocurre a todos cuando vemos que las personas que son todo para nosotros están sufriendo. Nuestro apoyo, nuestro hombro en el que llorar, nuestra evasión del mundo real; ¿Que hacer cuando lo que creemos que es nuestro apoyo se derrumba? ¿Qué nos queda cuando los pilares de nuestro edificio se caen y descubrimos que sin columnas el edificio está destinado a la destrucción?

Pero entonces ocurre algo muy, pero que muy peligroso. Porque en ese momento de confusión, caos y desorden surge una sola idea: Cuando ves que tus seres queridos se han vuelto frágiles puedes llegar a llorar, pero cuando es POR CULPA DE ALGUIEN, no te importa quién sea, serías capaz de hacer cualquier cosa contra ella, de destruir a esa persona y a todo lo que se ponga enmedio, olvidas cualquier fundamento, cualquier principio o cualquier línea de pensamiento porque en ESE MOMENTO lo único que importa realmente es que te han hecho algo peor que herirte a tí: Herir a alguien que te importa. Entonces juras por encima de la mismísima vida que cualquiera que ose tocar a cualquiera que te importe tendrá que pasar antes por encima de tí, y NO IMPORTA si tienes que mover montañas o si tienes que tirar a un gigante a gritos. Primero viene la confusión del principio, que luego pasa a ser ira incontrolada, pero que luego acaba en algo muy curioso e insospechado: La batalla contra uno mismo.

Entonces, el agua toca la lava, sale humo candente... y se forma la piedra más sólida jamás creada. Si nos dejamos consumir por el calor de la ira o por la fría rendición no somos nada. Pero si juntamos ambas podemos formar una reacción genial y brillante, un cristal de obsidiana absolutamente indestructible. Te concentras en ese momento de serenidad, en el que aceptas la muerte antes de verte rendido a los pies de nadie.

Cuando las personas se unen y están cabreadas, las cosas pueden cambiar.

2 comentarios:

  1. OOOOOOOOOOOOH ME ENCANTA! *-* :D no tengo más que decir... MEENCANTAMEENCANTA ^^ Un beso, amigo, sigue así :)

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  2. La ira jamás puede apoderarse de nosotros o será ella quien nos derrote en la batalla. Ni siquiera aquellos que la provocaron.Y si es difícil controlar cuando la agresión es hacia uno mismo aún lo es mas cuando el agravio es hacia quienes queremos.Autocontrol, serenidad y templanza para llegar a ser obsidiana, pero jamás rendición.

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